Una puerta abierta a la imaginación

Número 80



Abrapalabra


Al principio no existía nada,

ni la risa ni el llanto,

ni lo blanco ni lo negro,

ni el ruido ni el silencio.

Entonces, el Señor de las palabras 

levantó una mano y dijo:

“Abrapalabra” y apareció el alfabeto.

 

Allí estaban, todas las letras, una junto a otra,

esperando a que el Señor de las palabras

les dijera qué hacer.

Entonces el Señor de las palabras dijo:

“Que la P se junte con la A

para poder decir PAPÁ”.

 

Y aparecieron un papá león,

y un papá conejo

y un papá pájaro

y un papá hombre.

 

El papá hombre miró a su alrededor y pensó:

“Me siento solo”.

Entonces el señor de las palabras dijo:

“Que la M se  junte con la A

para poder decir MAMÁ”. 

 

Y aparecieron una mamá león,

y una mamá conejo

y una mamá pájaro

y una mamá mujer.

 

Papá y Mamá miraron a su alrededor y pensaron:

“Nos sentimos solos”.

Entonces el Señor de las palabras dijo:

“Que la B se junte con la E

para poder decir BEBÉ”.

 

Y aparecieron un bebé león

y un bebé conejo

y un bebé pájaro

y un bebé persona.

 

Y el Señor de las palabras vio

como el león rugía

y el conejo saltaba

y el pájaro volaba

y el bebé lloraba.

 

Entonces el señor de la palabras dijo:

“Que la R se junte con la I

y la S con la A

para poder decir RISA”.

 

Y el señor de las palabras vio

como el león rugía

y el conejo saltaba

y el pájaro volaba

y el bebé se reía.

 

Entonces el señor

de las palabras puso todas las letras

en un árbol y les dijo

a sus criaturas:

“Pueden usar las letras del árbol

para hacer con él todas

las palabras que quieran,

pero nunca digan palabras falsas

o el árbol no dará más palabras”.

 

Y el señor de las palabras vio

como el león rugía

y el conejo saltaba

y el pájaro volaba

y el papá, la mamá y el bebé hablaban.

 

Desde ese momento,

cada vez que una persona quería nombrar algo,

pensaba: “Abrapalabra”,

señalaba el objeto sin nombre

y del árbol de las letras brotaba la palabra

necesaria para llamarlo.

 

Fue así como al bebé

le dio hambre y entonces señaló

una hermosa naranja

y del árbol de palabras

cayeron siete letras

y se formó la palabra N A R A N J A.

 

Al hombre le dio sed

y señaló entonces

una transparente cascada

y del árbol de palabras

cayeron cuatro letras

y se formó la palabra A G U A.

 

Y la mujer sintió

que amaba y se señaló el corazón

y del árbol de palabras

cayeron cuatro letras

y se formó la palabra A M O R.

 

Desde entonces, el árbol nos

ha dado palabras para nombrar

todo lo que sentimos,

ya sea hambre, sed o amor

y el árbol florece y da frutos

cuando nuestras palabras

son sinceras,

pero se amarilla y se deshoja

cuando no hablamos desde

el fondo de nuestro corazón.


Mario Lamo Jiménez

La palabra tiene la palabra


Poesía Cautiva, INPEC, Calarcá


Estoy aquí, ahora


Jaime Irley Rivera


Mientras cae la  lluvia añoro la libertad.

Voy lejos.

Un eco nace de la montaña cargada de recios nubarrones,

tras ellos yace la niñez.

El sol me guía entre collados.

El frío me regresa al cautiverio,

y, de nuevo, un grito de soledad



Poesía Cautiva, INPEC, Calarcá


Ebriedad


Luis Arnobis Turriago


Te llevaré a la mansión sublime

donde la noche convoca la pasión.

No hay tiempo de mirar la luna,

pero sí nuestros cuerpos.

En la oscuridad,

el perfume de la carne


Extasiados uno en el otro

nos abrazamos y sentíamos

que era el fin del mundo.


Trazos de episodios felices

que duermen en mi memoria.



INPEC, Bucaramanga


Recuerdos del río: Mi tesoro


Carlos Herazo


Yo nací en 1952: nací en una canoa.

Trabajé con mi papá desde los nueve años.

Las subiendas de pescado iban de orilla a orilla del río.

El rio era todo parejo de pescado, llenito.

De noche el ruido de los peces no lo dejaba dormir a uno:

te quitaban la corriente de lo mucho que habían.

Habla tantos que no necesitaba la atarraya:

bocachicos de cuatro a cinco libras saltaban a la chalupa.

Vivíamos en la ladera del río.

En los islotes sembrábamos plátano, yuca, maíz, auyama, batata.

La carga de maíz la vendíamos a cinco pesos.

Sembraba mi maíz y vendía la carga a cinco pesos.

El bulto de plátano, también.

De noche me iba a hueviar

(hueviar es coger huevos de tortuga).

Los traía a Barranca y los vendía a 20 centavos cada uno.

Y me buscaban para jornalear, el día lo pagaban a siete pesos.


Yo paraba en el monte desde las 4 de la mañana, todos los días.

Paraba solo para almorzar.

Hasta las ocho de la noche.

Y al otro día, hágale otra vez desde las cuatro de la mañana

a sembrar maíz, yuca. Entre la mitad de esa vida

y la de hoy, estuvo la guerra.

Ya no hubo más libra de bagre a peso.

Yo no fui a la escuela.

Hasta ahora aquí que sí empecé, hice el kínder.

Ni leer ni escribir ni firmar nada sabía.

Ahora ya puedo leer por ahí la Biblia

y los cuentos que me trae el profesor de las palabras justas,

aunque me toma mucho tiempo.

¿Qué de esa vida bonita de antes que recuerdo?

Recuento las historias del río:

los peces, los búfalos y los manatíes del río Magdalena.

(placeholder)

Poema a mi fusil


Clara María Osorio León


Mi compañero inseparable…

Que en muchas ocasiones tuvo que recalentarse para defender mi vida.

Hoy, miro las cosas desde otro punto de vista.

Quisiera que ese amigo incondicional no disparara balas, sino, frases de amor, perdón y humildad y que pudiera gritar ¡ya no más guerra!

Quiero te paz para que todos los mi Colombia, puedan disfrutar de la libertad y que los niños vuelvan a jugar en los campos, sin las minas destructoras.

¡Ya no más personas sin sus piernas!

Que puedan caminar,

como cuando dieron sus primeros pasos.

¡Basta ya la guerra!

¡Sí a la paz!

Palabras de nuestros lectores y amigos de Facebook


“Los hombres no se hacen en el silencio sino en la PALABRA, en el trabajo, en la acción – reflexión”

                                                                                                                                     

Paulo Freire. 

 

Esta oración ofrecida por el Maestro brasileño Paulo Freire, me parece que interpreta fielmente el espíritu de la PALABRA en el quehacer comunicativo de las gentes en cualquier cultura. La PALABRA da vida y sentido vinculante del ser de nuestra existencia.

 

Comunicativamente,

 

HECTOR BARBOSA.

Sociólogo

Jefe Área de Humanidades

Facultad de Derecho – Corporación Universitaria Republicana  

Bogotá – Colombia. 


Monica Leon Del Rio

¡¡¡Somos palabra viva!!! Bendito aquel que con palabra edifica el mundo, a ti mi querido Mario por hablar en nombre de los mas débiles.


Juan José Aguirre Molina

En la pantomima el silencio tiene la palabra...


Juan Revelo Revelo

Apoyo tu iniciativa, Mario Lamo y también la del Ministerio de Cultura de Colombia para celebrar el Día de la Palabra como Vínculo de la Humanidad en la Casa Museo Antonio Nariño de Villa de Leiva. Yo organizaré la escritura de un poema polifónico con mis alumnos del Taller Octavio Paz.


Juan Camilo Sierra

Alguna vez existió la Palabra y esta era respetada, la misma fue cambiada por el interés, ya no es transparente sino mezquina, amparada en el silencio sepulcral de lo ajeno..



(placeholder)